Conozcamos el suelo del huerto

Hoy seguiremos conociendo un poco mejor el suelo, ¡una parte del huerto a la que no se suele prestar mucha atención! Si áun no lo hemos hecho, terminaremos de entender por qué es tan importante.

Como sabemos, el suelo es la casa de las plantas; pero también es un lugar mágico lleno de criaturas, algunas pequeñitas y otras que no podemos ver sin ayuda de lupas o microscopios. Es como el escondite secreto donde la vida comienza y se renueva, ¡y es muy importante para todos los seres vivos, incluidos nosotros! Cada suelo es diferente, y esto hace que en cada uno de ellos puedan vivir diferente plantas, animales y criaturas diminutas. 

Nosotros podemos diferenciar un suelo de otro usando sólo nuestros sentidos. Para hacerlo, primero ¡haremos trabajo de científicos! Tomaremos muestras del suelo de nuestro huerto y las veremos en grupos para saber más de él. Sintiendo el suelo recogido aprenderemos cosas interesantes sobre el color, el tacto y la acidez de los suelos. ¡Y también aprenderemos a calcular el valor medio de un conjunto de datos!

Etapa/Ciclo:

  • Primaria_3.

Distribución Temporal:

  • 2 sesiones.

Materiales y Recursos Didácticos:

  • Tres muestras de suelo de nuestros bancales de cultivo.
  • Tres vasos de plástico, a ser posibles reciclados, o cualquier recipiente transparente o translúcido.
  • Tiras indicadoras de pH o kit para determinar el pH.
  • Rotulador indeleble.

 Objetivos:

  • Resaltar la importancia del suelo.
  • Caracterizar el suelo de nuestro huerto.
  • Introducir al alumnado en el muestreo experimental.
  • Trabajar en grupos para alcanzar una meta común.

Secuenciación Didáctica:

En esta actividad centrada en las propiedades de los suelos conoceremos y aprenderemos a determinar tres de sus características más importantes (color, textura y pH). En una primera sesión nos centraremos en la recogida de los suelos o muestreo y en la detrminación del color, relacionándolo con la cantidad de alimento para las plantas (materia orgánica) que existe en ese suelo. En la segunda sesión determinaremos el valor de la acidez o pH con tiras de papel tornasol o indicador y jugaremos con barro para determinar la textura. Concluiremos determinando los valores medios de datos cuantitativos y cualitativos y debatiendo sobre la calidad de nuestro suelo para el cultivo de plantas.

Sesión I

Comenzaremos esta actividad preguntando acerca de las ideas previas que tiene el alumnado acerca de los diferentes tipos de suelos que conozcan y si creen que los cultivos crecen igual en todos los tipos de suelo. Dedicaremos a ello 5-10 minutos.

A continuación, nos organizamos en tres grupos y cada grupo colocará su mesa de trabajo en el centro de la clase, protegida con folios reciclados. Se explica que vamos a salir al huerto a recoger muestras de suelo de nuestro huerto. Cada uno de los grupos debe tomar dos o tres puñados de tierra de un bancal o zona para formar su muestra. La muestra se tomará, tras retirar el acolchado y otros restos, de los primeros 15-20 centímetros de suelo.

Una vez de vuelta en clase, cada grupo se colocará con su muestra alrededor de su mesa de trabajo. Caracterizararemos la muestra de suelo de nuestro huerto determinando su color, su tacto (textura) y su acidez (pH). Dichos datos se deben anotar en una ficha común y en el cuaderno del huerto.

Comenzaremos intentando definir entre todos los componentes del grupo el color de nuestro suelo y lo relacionaremos con la cantidad de alimento (materia orgánica) que tiene para las plantas (colores oscuros indican presencia de materia orgánica; colores claros reflejan escasez). Así, cuánto más oscuro sea nuestro suelo, más materia orgánica tiene y mejor será para cultivar. Guardaremos nuestra muestra de suelo en una bolsa de plástico o dentro de los recipientes transparentes, para continuar con las determinaciones en la siguiente sesión.

Sesión II

Continuaremos con la determinación de la textura de nuestra muestra; para ello, debemos coger un puñadito de suelo, añadirle un poco de agua y apretarlo varias veces con la palma de la mano para hacer barro e intentar moldear un cordón primero, y si lo conseguimos, intentar hacer un círculo con el cordón. Si la tierra se resbala entre los dedos sin manchar y sin permitir crear ninguna figura se trata de un suelo con tacto o textura arenosa. Si se puede crear un cordón fino pero no el círculo y nos deja color en las manos, se trata de un suelo con textura limosa o franca. Si se puede moldear un círculo se cuenta con un suelo de textura arcillosa. Se anota la textura de nuestro suelo en la ficha común y en el cuaderno del huerto.

Los suelos arenosos son ligeros y cómodos de trabajar, aunque son pobres en nutrientes y retienen muy poco la humedad. Los suelos arcillosos son pesados, impermeables y difíciles de trabajar, aunque tienen muchos nutrientes. Los suelos limosos son suelos equilibrados, ricos en alimento para las plantas y retienen bien el  agua; son los mejores suelos para cultivar.

Seguidamente, mediremos el valor de pH de nuestra muestra tras mezclar un poco de suelo con agua en un recipiente transparente. Para ello, cada grupo dividirá un vaso en cuatro partes iguales marcando tres líneas con rotulador indeleble: Añadiremos suelo hasta el nivel de la primera marca y después completaremos con agua hasta la tercera marca (en determinaciones de laboratorio se suele mezclar 1 parte de suelo con 2,5 de agua). Agitamos con un lápiz la mezcla durante un minuto, esperamos otro minuto e introducimos la punta de la tira de papel indicador de pH. Cuando se haya humedecido la tira hasta la mitad, la sacamos, esperamos 10-15 segundos y comparamos el color del estremo mojado de la tira con los colores que aparecen en la caja del papel indicador. El color más parecido nos dará el valor numérico aproximado del pH de nuestra muestra de suelo. Si su valor es próximo a 7, nuestro suelo es neutro; si el valor es menor que 7 es ácido y si es mayor es básico. 

El valor de pH o acidez de un suelo influye en gran medida en las características de ese suelo, sobre todo en las relacionadas con la capacidad para alimentar a las plantas. Aunque la mayoría de plantas prefieren los suelos neutros o ligeramente ácidos, existen algunas especies que necesitan otros valores para crecer sanas.

Una vez tengamos los resultados de los tres grupos, les explicamos que al ser tres muestras de suelo de un mismo huerto deben dar valores parecidos. Muy probablemente los valores obtenidos coincidirán en los tres grupos y consideraremos que estos son los valores generales del suelo de nuestro huerto. Si esto no ocurre, posiblemente se debe a que el huerto se ha levantado sobre diferentes tipos de suelo o a la diferente apreciación por parte del alumnado; en este caso dialogaremos para llegar a un consenso sobre el valor medio que vamos a asignar al color y a la textura (variables cualitativas). Para determinar el valor medio del pH (variable cuantitativa), utilizaremos la fórmula matemática establecida para determinar el valor medio o media de un grupo de datos: (pH1+pH2+pH3)/3, siendo pH1 a pH3 los valores de pH que han determinado los tres grupos.

Para finalizar esta actividad centrada en el suelo, recordaremos que un suelo bueno para el cultivo es aquel cuyo pH está entre 6 y 7,5, de color oscuro y con el que se puede hacer un cordón pero no un círculo. Terminaremos la sesión dialogando entre todos hasta llegar a concenso sobre si el sulo de nuestro huerto es adecuado para el cultivo. Si no lo es, podemos buscar en libros o internet diferentes cosas que podamos hacer para mejorarlo.

— Dani Trigueros

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