Sid, la semillita perdida
(EI_2C)

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TEMPORALIZACIÓN: 2 sesiones.

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ESPACIOS: Aula/Casa. Exterior.

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AGRUPAMIENTOS: Individual.

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RECURSOS MATERIALES:

  • Cuento infantil “Sid, la semillita perdida” (Anexo I).

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OBJETIVOS:

  • Participar en una situación de lectura.
  • Comprender la importancia del sol y la lluvia, como agentes naturales, para el nacimiento y crecimiento de las plantas.
  • Despertar el interés por las actividades en contacto con la naturaleza.

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METODOLOGÍA: 

En esta actividad usaremos un cuento para aproximar al niño/a a la germinación de las semillas en la naturaleza, sin que una persona las tenga que enterrar o regar. Dado que una simple semilla puede ser el origen de un complejo bosque con muchísimos animales y plantas, también usaremos este cuento para aproximarnos a esta posibilidad y descubrir la importancia que puede tener una simple semilla, por muy pequeña que sea.

Sesión I

Comenzaremos explicando que ya que conocemos cómo podemos germinar semillas en clase/casa para obtener plantitas, vamos a ver cómo pueden germinar estas semillas en la naturaleza, sin que las ayudemos.

Continuaremos con la lectura de la Sesión I del cuento “Sid, la semillita perdida” (Anexo I). Dicha lectura nos servirá para hablar sobre las diferencias y similitudes entre la germinación de nuestras semillas en clase/casa y la germinación en la naturaleza. Podemos guiar un poco el debate haciendo preguntas como ¿qué necesitan las semillas en cada caso para germinar?, ¿qué semilla puede tener más problemas para nacer?, ¿qué plantita estará más feliz, la que nace en clase/casa o la que nace en la naturaleza?, etc.

Para terminar, saldremos al huerto escolar y/o al patio para observar las plantas que crecen en o cerca de él. Observaremos los diferentes tipos de plantas y buscaremos dos plantas iguales (que no hayan sido plantadas por el hombre) que estén separadas varios metros, como mínimo. Supondremos que son madre e hija y hablaremos de cómo creen que ha llegado la planta hija tan lejos de la madre si las plantas no pueden moverse.

También podemos buscar algunas semillas por el suelo; con un poco de suerte podremos encontrar algún hormiguero y observar a las hormigas transportando semillas. Si encontramos algunas, las llevaremos al aula/casa y las sembraremos… ¡a ver qué sale!

Sesión II

Para concluir esta actividad recordaremos de dónde venía Sid y que le ocurrió gracias al sol y a la lluvia. Continuaremos con la lectura de la última parte de “Sid, la semillita perdida” (Anexo I).

Tras la lectura saldremos al huerto o a algún jardín cercano con la finalidad de diferenciar el mayor número posible de plantas y animales. De este modo adquirimos consciencia del gran número de seres que pueden convivir con nosotros.

También buscaremos a parejas de seres vivos que están relacionándose (mariposa o abeja polinizando flor, insecto que come planta, insecto que caza, hormiga que transporta alimento, dos pajaritos cantando, etc). Una vez localizados, centraremos la atención del niño/a en ellos y preguntaremos qué es lo que ven y por qué creen que está ocurriendo. Si vemos una abeja polinizando una flor, preguntaremos y los guiaremos hacia la respuesta “La abeja está comiendo en la flor”.

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Texto Motivador Inicial

¿Sabían que las semillas son como pequeños cofres donde las plantas guardan sus tesoros más valiosos?

Las semillas son unos personajillos de cuento que parecen dormidos. Cuando se mojan con la lluvia y se sienten calentitos, empiezan a despertar. Y poco a poco, crecen y crecen, y no paran de crecer, como si soñaran con alcanzar el cielo. En la naturaleza, no tienen a nadie que las cuiden como nosotros cuidamos de nuestras mascotas o plantas en casa, y aún así pueden convertirse en un gran árbol.

Para entender cómo puede ocurrir esto y lo importante que puede llegar a ser una semilla conoceremos la aventura de Sid, una semillita que se perdió y viajó muy lejos de casa. En estos dos días de diversión también podremos observar la gran cantidad de animales y plantas que existen viviendo cerca de nosotros. ¡Y comprobaremos que entre ellos también se relacionan!

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Anexo I: Cuento “Sid, la semillita perdida”

Sesión I

Había una vez una manchita verde rodeada de un desierto marrón. Era un bosque muy pequeñito, pero lleno de vida, rodeado de tierra marrón hasta donde alcanzaba la vista.

Dentro del bosque vivían muchísimas plantas y muchos animales felices, y jugaban entre ellos todo el día sin tener que preocuparse por nada. Fuera del bosque, sin embargo, todo era tristeza y apenas había animales ni plantas; era un gran vacío, sin colores y sin vida.

Las plantas ayudaban a mantener el bosque vivo gracias a sus semillas, que hacían que el bosque fuera creciendo poco a poco. La lluvia y el sol eran los encargados de alimentar a las semillitas para que pudieran convertirse en plantas adultas.

Algunas semillitas más tímidas caían cerca de su madre y se quedaban allí a vivir. Sin embargo, las semillitas más aventureras pedían a sus amiguitos animales o al viento ayuda para irse a vivir a lugares nuevos. Eso sí, ni la semilla más aventurera estaba tan loca como para irse a vivir fuera del bosque, a las tierras tristes.

Un día, una semillita de árbol llamada Sid quiso acercarse al borde del bosque para ver con sus propios ojos las tierras que rodeaban su hogar, aquellas tierras sin vida de las que tanto le habían hablado. Cuando llegó al borde, lo que vio le entristeció el corazón.

De repente, una luz brillante en el cielo, y poco después un fuerte sonido que le atemorizó. Sid quiso volver a la seguridad del interior del bosque, pero comenzó a llover tanto que una riada se formó con tan mala suerte que a Sid en su camino encontró.

Sid fue arrastrado por el agua dando vueltas durante mucho tiempo, fue tanta el agua que tragó que su cuerpo se puso gordito. Cuando pensaba que no se podría salvar y se ahogaría, salió el sol y el agua dejó de correr.

Enseguida se dió cuenta que se encontraba muy lejos de su bosque y se puso tan triste que comenzó a llorar; estaba perdida y sola y nadie pudo consolarla. Todo lo que conocía, todos sus amigos, toda su felicidad había quedado muy lejos. Los únicos que seguían con ella eran el sol y la lluvia, pero eran muy calladitos y nunca tenían ganas de jugar con ella.

Un buen día, en el que el sol brillante calentaba el suelo, Sid comenzó a cambiar. De repente, comenzó a salirle una pequeña patita blanca que enterró en el suelo y luego un bracito verde hacia arriba. Pasaron los días y las únicas visitas que tenía Sid eran las del sol y la lluvia, que aunque no jugaban con ella, le ayudaron a convertirse en una planta pequeñita.

Una mariposa que pasaba cerca sintió interés por saber por qué una planta se había ido a vivir a un lugar tan triste. – ¿Por qué estás viviendo aquí?- preguntó la mariposa; -Porque me perdí y ya no puedo volver a mi hogar con mis amigos y mi familia- Sid comenzó a llorar al acordarse de su hogar – Estoy sola y me gustaría tener amigos, ¿te quieres quedar a vivir conmigo?- continuó nuestra amiga la semillita Sid. – Vivir las dos solas es muy aburrido, me voy a buscar un sitio con más amiguitos con los que disfrutar y reír- respondió la mariposa y se fue lejos batiendo sus alas.

Sesión II

Pasaron los meses y Sid siguió creciendo con la ayuda de los únicos amigos que aún conservaba; la lluvia y el sol.

Con los años, Sid creció hasta convertirse en un árbol fuerte y grande; tan grande que los pájaros que pasaban cerca querían ir a posarse en sus ramas. Algunos de ellos se quedaron a vivir con Sid y fabricaron sus nidos en sus ramas, donde criaban a sus pollitos.

Una ardilla también eligió un hueco en una de sus ramas para quedarse a vivir. En sus pies, un erizo eligió un hueco para hacer su casita, cosa que le gustaba mucho a Sid porque le hacía cosquillitas con las púas. Incluso la mariposa que la visitó cuando era pequeña se fue a vivir con Sid, y se hicieron muy buenas amigas.

Así poco a poco, más animales y otras semillitas, se fueron a vivir bajo la protección de las ramas de Sid. Nuestra pequeña semillita, que pasó sus primeros años de vida sola y triste, cada vez tenía más amigos y su vida era más feliz; tan feliz que llegó el día en que ya no le ponía triste recordar su antiguo hogar.

Con el paso de los años, Sid se dio cuenta de que su hogar ya no era el bosque en el que nació. Sid había creado, con la ayuda de sus amiguitos, un nuevo bosque donde todos podían vivir felices y alegres. Ya no había una sola mancha verde en medio del desierto marrón; ahora había dos manchas verdes y el mundo era un poco mejor.

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Anexo de Conocimientos

Los niños y niñas de segundo ciclo de educación infantil comienzan a explorar y comprender conceptos básicos sobre la naturaleza y el entorno que les rodea. Uno de los temas fundamentales es la germinación de las plantas, un proceso fascinante que introduce a los pequeños en el mundo de la botánica de manera simple y visual.

En primer lugar, los niños/as deben aprender qué es una semilla. Es esencial que comprendan que las semillas son pequeñas estructuras que contienen el embrión de una planta. A través de actividades prácticas, como observar diferentes tipos de semillas y manipularlas, los niños pueden apreciar su variedad de formas, tamaños y colores. Esta observación inicial despierta su curiosidad y establece una base para entender el siguiente paso en el proceso de germinación.

El siguiente concepto clave es el entorno necesario para que una semilla germine. Los niños deben descubrir que las semillas necesitan ciertos elementos para crecer: agua, suelo, aire y luz. A través de experiencias directas, como plantar semillas en diferentes condiciones (con y sin luz, con y sin agua), los niños pueden observar qué semillas germinan y cuáles no, entendiendo así la importancia de estos factores.

Luego, se introduce el proceso de germinación en sí. Los niños aprenderán que, cuando una semilla se encuentra en un entorno adecuado, comienza a absorber agua e hincharse. Esta etapa puede ser ilustrada con la ayuda de dibujos o videos cortos que muestran cómo la semilla desarrolla una pequeña raíz y un brote. Estos recursos visuales son cruciales para ayudar a los niños a visualizar y recordar las etapas del proceso.

Finalmente, los niños deben comprender el crecimiento posterior a la germinación. Una vez que el brote emerge del suelo, los niños pueden observar cómo este brote se convierte en una plántula y, eventualmente, en una planta completa. Participar en el cuidado diario de las plántulas, como regarlas y observar su crecimiento, refuerza el aprendizaje y les enseña la responsabilidad y el respeto por la naturaleza.

A lo largo de todo el proceso es importante utilizar un lenguaje sencillo y adecuado a su edad, apoyándose en recursos visuales y actividades prácticas. De esta manera, los niños no solo aprenden sobre la germinación de las plantas, sino que también desarrollan una conexión emocional y cognitiva con el mundo natural.

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